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Vivir sin cole

Bases teóricas y prácticas

ISBN 13: 978-84-96439-00-9

Madrid, España. 2004

Ensayo de temática pedagógica donde se aborda la política educativa de la educación en el hogar desde un enfoque testimonial. En él intento transmitir los fundamentos básicos de la enseñanza no escolarizara, cada vez más extensa en España.

En la obra se tratan aspectos como la intelectualización, la sexualidad, el mundo laboral, la sociabilidad, la espiritualidad, la salud, métodos de trabajo y la legalidad, entre otros. Todo ello acompañado de una extensa bibliografía y un listado de referencias, así como de numerosas fotografías.

Este libro está agotado desde hace décadas y en un principio no tengo intención de reeditarlo a no ser que me lo solicitéis fehacientemente. La razón de ello es única y exclusivamente el que trata una temática que ya no capta mi interés, pues mis hijos hace bastantes años que ya son adultos.

Mis dos hijos fueron educados en casa hasta que alcanzaron la mayoría de edad y entraron a los estudios superiores presenciales. Los primeros años su educación fue libre, al estilo llamado unschooling. Seguidamente, para facilitar la obtención de los títulos educativos, prepararse para la presión disciplinaria de los estudios superiores presenciales y facilitarme a mí todo lo relacionado con la legalidad, fueron matriculados en una escuela extranjera y practicamos con la ayuda del Internet, la educación curricular en el hogar, también llamada homeschooling. Este libro, aunque trata también esa segunda etapa y doy mucha información sobre el cómo llevarla a cabo, está centrado principalmente en la primera etapa, en la de la educación libre, pues lo escribí cuando mis hijos tenían siete y ocho años y era la que practicábamos.

En mi canal de YouTube tengo una lista de reproducción con viejos vídeos leyendo partes del libro Vivir sin cole. Puedes ir a ella desde aquí, o empezar a reproducirla a continuación.

Y en el mismo canal hay otra lista de reproducción más moderna, variada y muy extensa, con numerosos vídeos sobre la educación en general y sobre la educación en el hogar. Puedes ir a ella desde aquí, o empezar a reproducirla a continuación.

Seguidamente puedes leer la introducción del libro, sus apartados Enseñanza no es lo mismo que intelectualización, ¿Qué dicen las leyes al respecto? y el índice. Tras ello te añado la contraportada de la obra.

Pero antes quiero mencionarte que en el Foro de esta web hay dos secciones que tal vez también te interesen: Una de ellas dedicada al libro Vivir sin cole y otra a la Psicología, educación y coach. Estaré encantada de encontrarte en ellas.

INTRODUCCIÓN

La primera vez que estuve en Nüremberg, Alemania, en un congreso de alimentación cruda al que fui invitada como conferenciante, pude darme cuenta con mayor claridad de una cosa que quiero exponeros ahora:

Mi ponencia ese año comenzaba a las 17:00 horas, por lo que durante toda la mañana y el comienzo de la tarde tuve la oportunidad de escuchar a otros conferenciantes ayudada por una traductora que habían puesto a mi disposición, quien me resumía los datos o las ideas principales de cada charla. Lo cierto es que me resultó graciosísimo.

Aunque he ido a distintos congresos como ponente, nunca lo había hecho como oyente, quitando a uno hará unos ocho años que la Liga para la Libertad de Vacunación dio en BioCultura Madrid. Vamos, que nunca me había ofrecido a mí misma la posibilidad de escuchar tantas charlas seguidas sobre un tema común. Ahora me encontraba con la posibilidad de escuchar diversas ponencias sobre la alimentación cruda. Pues bien, digo que me resultó muy gracioso porque cada uno decía una cosa diferente y muchas veces opuesta al conferenciante anterior, sobre lo que se debe de comer o no, sobre el camino a seguir para la salud. «¡Dios mío!, ¡cada uno decimos una cosa diferente! ¡Les vamos a volver locos!», le comenté a la traductora…

Cuando tocó mi turno, aunque no recuerdo las palabras exactas, lo primero que dije fue: «Escuchando las diversas ponencias, veo que cada uno os decimos una pauta conveniente que deberíais seguir, eliminando o rechazando, negando, las otras. Pues bien, yo os voy a decir sólo una cosa: no nos hagáis caso a ninguno. Por cada teoría a favor de una cosa, encuentras otra en contra. Tan sólo os voy a decir que os esforcéis por observaros y escucharos, por ser fieles a vosotros mismos haciendo aquello que vuestro instinto o intuición os diga, no los demás. No nos hagáis caso a ninguno, tan sólo a vosotros mismos. Ahora, después de este pequeño anexo, quiero contaros una historia, mi historia. No para que la copiéis o sigáis, sino para que os sirva de reflexión y acojáis sólo aquello con lo que os identifiquéis, dándoos energía»

Esta pequeña anécdota he querido comentarla porque también en el tema educación, al igual que en todas las demás facetas de la vida y la no vida, ocurre algo similar. Me gustaría os aplicaseis las mismas palabras. Se podría decir que éste es también el sistema educativo que sigo con mis hijos. No un dogma o una teoría en concreto, sino mi instinto. Y mi instinto me dice que no existen teorías válidas de peso y por lo tanto, lo más importante de transmitir a mis pupilos no son unos conceptos teóricos concretos, sino una actitud ante la vida y ante sí mismos, un creer en sí mismos, en el amor, en el universo, en la energía, en la luz, en la divinidad tanto interna como externa... Un permitirse ser. Lo demás son falsas realidades que conforman un sueño donde a veces nos sumergimos tanto que perdemos la consciencia o nos olvidamos de lo que verdaderamente hay detrás, de lo que verdaderamente somos o por lo que hemos venido aquí. Ése es mi mensaje para con ellos. Hay una historia sufí de Nasrudín que me fascina y expresa un poco todo esto. En ella, va el sabio al pueblo vecino andando mientras su hijo le acompaña subido al burro. Un aldeano les vio y criticó a su hijo por no permitir que fuese su padre, más mayor en edad, el que fuese subido al burro. Entonces, el hijo se bajó de él y se subió Nasrudín. Continuaron su camino hacia la aldea cuando se encontraron con otro aldeano y éste le criticó a Nasrudín por permitir que su hijo caminase con ese calor. Entonces, decidieron subirse los dos al burro hasta que se encontraron con otro hombre que les criticó por «explotar» al animal, así que ambos desmontaron y decidieron caminar detrás del burro, para cruzarse con otra persona que también los criticó, esta vez por no ir montado en el equino ninguno de los dos. «¿Ves?», le dijo Nasrudín a su hijo. «Cada uno dice algo diferente. En este mundo no se puede dar gusto a nadie, tampoco se puede uno salvar de la crítica. Lo mejor es seguir fiel a tu propia voluntad».

Bien, eso mismo es lo que os aconsejo: que seáis fieles a vuestra propia voluntad. Con este libro lo que pretendo es abrir una puerta en vuestro interior a otro enfoque de educación, a otro modo de ver y sentir las cosas diferente a esta sociedad tal y como está estructurada.

El tema del lenguaje es un asunto difícil de tratar, más aún cuando tengo mucho por decir y nada a la vez. Deseo expresar, gritar a los cuatro vientos todos esos sentimientos y esos conocimientos que anidan en mi interior pero cuando abro la boca o cojo el bolígrafo, ni una sola palabra sale. Es tan grandioso todo lo que hay dentro de nosotros… Entonces me planteo sacar, expresar algo menos profundo y descubro que ninguna palabra es la correcta, que todas o casi todas son incompletas. ¿Cómo actuar entonces? Pues busco subsistir desde esos pocos recursos que se me ocurren a cada momento, y aquí, en este aspecto, me encuentro también con el conflicto de lo masculino y lo femenino. ¿Por qué sexo me decanto a la hora de expresarme? ¿Quizás mejor por la @ bisexual para denominar a nuestr@s niñ@s? Pero no, no me gusta… He tomado una decisión: Algunas veces hablaré en femenino y otras en masculino, siempre aleatoriamente y según me surja.

¡UFF! Por fin, tras mi pequeño conflicto lingüístico, puedo empezar a hacer ejercicio con las manos y la lengua. ¡Comienza la maratón!

ENSEÑANZA NO ES LO MISMO QUE INTELECTUALIZACIÓN

Tanto cuando he ido a la escuela como al instituto, a la universidad o a cursos diversos, siempre he repudiado el estudiar memorizando algo. También los libros sin libertad de elección o con muy poca elección que me obligaban a leer. En cambio, disfrutaba mucho, muchísimo, con ir a clase y escuchar los temas a tratar que me interesaban cuando los profesores eran mínimamente interesantes, próximos, amigables y divertidos. Me agradaba el realizar en casa las tareas escolares que nos mandaban, especialmente de matemáticas o ciencias, que resolvía como un juego o adivinanza intentando descubrir su lógica más que haciendo uso de la memoria. De hecho, la razón principal por la que me atraían las asignaturas de ciencias puras era, aparte de que se me daban bien, que apenas había que estudiar en ellas. La teoría era lógica, no algo necesario de aprender de carrerilla. Normalmente no me aprendía las fórmulas, sino su razonamiento para descubrirlas. Entonces, simplemente las desarrollaba y empleaba cada vez que eran necesarias. Y aquellas que me resultaban más difíciles o excesivamente largas de desarrollar quitándome mucho tiempo en los exámenes, las chuleteaba escribiéndomelas en los brazos, muslos o en algún papel escondido por el cuerpo. También disfrutaba, cuando no eran muchos, haciendo los trabajos prácticos diversos que nos exigían, especialmente si eran de filosofía, ética, arte, ciencias naturales, psicología o biología. Curiosamente eso es parte de lo que hago ahora en mi vida adulta, disfrutándolo enormemente. La realización de este libro es para mí como un trabajo de éstos pero más extenso. Un verdadero y placentero hobby.

Tengo la inmensa suerte del ambiente intelectual, creativo, inquieto, explorador y de estudio en el que me crié, pues éste me potenció el deseo de indagar y aprender más. Recuerdo muchas veces a mi padre estudiando para pruebas o exámenes que le ayudarían a ascender en su carrera laboral. Siempre superándose a sí mismo en este aspecto, buscando sus límites y triunfando en ellos. Otro maravilloso ejemplo fue el de mi madre que estando yo en EGB —educación primaria— y teniendo dos hermanas mayores intercaladas año y medio entre cada una de nosotras, se sacó el graduado escolar y con cuarenta años o por ahí el carné de conducir para más tarde estudiar primeros auxilios, idiomas, historia del arte, masajes, etc., sumado todo esto a cursos y actividades diversas de creatividad y manualidades.

Si quiero ser sincera y justa, he de reconocer que donde realmente aprendí a querer indagar, superarme, investigar... fue en mi casa observando, mamando de mis padres y no en el ambiente frío y dogmático de la escuela. Yéndome más allá todavía, me atrevo a decir que si no llega a ser por la fuerte inquietud y el extremo afán de superación de mis padres, sería un auténtico milagro el mantener despierta, tras la enseñanza dogmática escolar, mi fuerte inquietud por el saber y el crecimiento personal. La escuela castra y allá donde hay una debilidad o brecha en tu personalidad o en la educación de tus padres, se introduce con su cruel espada anulando esa pureza de tu interior.

Tal vez por todas estas cuestiones me gusta muchísimo más estudiar a distancia en casa, aunque ya no comparto ni los exámenes, por todo el estrés y la tensión que conllevan, ni la rígida temática o elección de los libros de texto, viendo, sintiendo en la actualidad, la asistencia a clase como una pérdida de tiempo y dinero, menos rentable y libre intelectualmente. Sí, de niña donde más disfrutaba estudiando era en casa, con los deberes. En la escuela existía y existe la presión extra de la competitividad, la crítica y la humillación. Y si además veía a mis padres, modelos a seguir, estudiando en casa, ¿cómo no asimilar las enseñanzas de la experiencia y seguir disfrutando de adulta también de ello, valorando más la educación libre hogareña que la presencial?

Respecto al planteamiento cara a la escolarización de mis hijos, cuando realmente tuve que reflexionar seriamente en él y decidir, pude ver, sentir, que el llevarlos a cierta edad a la escuela simplemente por haber cumplido seis años me parecía un tanto frío, así como una ruptura global de profundidad en la relación del día a día. Me resultaba bastante antinatural y algo en mí proyectaba sentimientos de rechazo hacia ello, pero... ¿sería capaz de transmitirles todos los conocimientos culturales que les ofrece la escuela en sus diversas materias y edades?

Normalmente, cuando nos planteamos otra forma de vida, otro rol, éste le vemos desde nuestra actitud actual, desde nuestras inquietudes y necesidades actuales, no sabiendo ponernos exactamente en esa situación con todos los matices y cambios que conllevan. Matices que ni tan siquiera se nos ocurren. Por ello en aquella época reflexionaba mucho sobre mi nivel cultural y como no soy ninguna erudita, los miedos y las inseguridades se me dispararon. Me gusta conocer y saber, indagar, sobre un abanico muy amplio de temas, pero de ahí a verme como profesora de todas las asignaturas, hay un gran paso. Esta visión de la enseñanza hogareña, abrió una inmensa puerta a mis miedos.

Actualmente mi punto de vista ha cambiado inmensamente, ya no soy tan centralista o egocéntrica, como queráis llamarlo. ¿Realmente podía creerme que la educación se iba a basar en una sola persona del mismo modo que solemos dejar actualmente el peso de la educación en un solo punto, la escuela? Ahora veo que no. Mis hijos no aprenden sólo de mí. Principalmente aprenden de sí, de ellos mismos y de la vida. Aprenden solos, no hace falta estar encima de ellos para que aprendan los números, las letras, a escribir, a leer, a realizar cuentas matemáticas..., basta con esforzarse en no castrarles y dejarles fluir en sus inquietudes y quehaceres. Observando la naturaleza, observando en las compras, observando los cuentos, observando a la gente… aprenden. Y aprenden con un corazón mucho más abierto por lo general que el nuestro, sin críticas destructivas basadas en la incomprensión y los miedos. Sin juicios de valores frutos de una cultura insana.

José Miguel Castro, profesor de la Facultad de Magisterio en la Universidad de Cantabria y padre de una mujer de 25 años desescolarizada, declaró en El Semanal del 14-10-2001. «Existe un programa dónde estás obligado a hacer, te guste o no, cosas consideradas por los técnicos del Ministerio o por la sociedad como importantes, pero que no te lo parecen. (…) Un alumno brillante no sabe si elegir enfermería o económicas porque ha perdido todos sus intereses en un pretendido aprendizaje enciclopédico. El mensaje de la escuela es: Yo puedo aprender si tú me enseñas. En cambio la consigna que se genera fuera de la escuela es: Yo por mí mismo soy capaz de aprender. Esto desencadena mucha seguridad».

Los niños también aprenden ¡y mucho! de las demás personas que ven.

Una de las ventajas de no escolarizarlos es que evitas en gran medida el salto generacional. Tus hijos no verán a los adultos como a la única autoridad, a los mayores como modelo a seguir, a los de su edad como colegas cómplices y a los pequeños como inferiores que no saben nada. Normalmente quieren aprender absolutamente de todos y les gusta estar con todos. La autoridad la ven en cualquiera que les dé un razonamiento justo o tajante. Imitan a las personas porque hagan algo que les guste, independientemente de si son mayores o pequeñas. Sus colegas y confidentes los buscan en gente afín, sin tener en cuenta la edad, y no suelen ser prepotentes con los más pequeños. Todos tienen algo para poder enseñarles, de todos tienen algo por aprender. Unas personas son más racionales, otras más creativas, otras más instintivas, otras intuitivas, otras emocionales, otras espirituales, etc. Cada persona, independientemente de su edad, les va mostrando una faceta de la cultura, de la vida y del sentir, diferente que ellos absorben inmediatamente como cuan esponjas que son por otro aspecto más: aprenden lo que necesitan aprender en el momento que quieren aprenderlo, en el momento en que más receptivos están. No se sienten forzados a aprenderlo porque hay un examen o ahora toca esa asignatura, conllevando esto una gran ventaja respecto a la retentiva y la memoria. No aprenden las cosas para salir del paso.

Si tú ofreces a tus hijos una amplia biblioteca —pública o privada— y éstos además observan tu inquietud por saber, no dudes en que lo más probable sea que ellos, desde muy temprana edad, disfruten empapándose de conocimiento. El inconveniente: que requiere una gran atención y energía de por nuestra parte.

Veo bastante importante el esforzarnos por contestar a sus preguntas, sean de la índole que sean. También las de los niños escolarizados, solo que en casa, al estar más tiempo contigo, te hacen más cuestiones. ¿Cuántas veces me he visto refrenada por mis hijos? Muchas veces Leila y unas cuantas Altair, me han pedido que les lea lo que estoy leyendo en ese momento. Un detalle tan simple como ese hay veces que no es tan sencillo de llevar a cabo, pues supone una descarga energética muy elevada. Yo me esfuerzo por interrumpir mi momento de paz e interiorización y leérselo, sea el tema que sea el que lea, siendo normalmente ensayos de filosofía o poesía mística-espiritual… y lo más increíble: aguantan más de una hora seguida con toda su receptividad puesta al máximo, haciéndome de vez en cuando alguna pregunta sobre alguna palabra o algún concepto incomprensible para ellos. Muchas veces, tras leer un buen rato, vamos a la enciclopedia para leer la biografía del autor y después nos entretenemos sobre geografía viendo en el atlas el lugar donde nació o donde se desarrolla la historia del libro, sus accidentes geográficos, etc. O buscamos y leemos sobre la historia y etnología de la época en que creció el autor, se elaboró la obra, etc. Otras veces nos limitamos simplemente a leer la obra y os puedo asegurar una cosa: aunque algunas veces me dé pereza interrumpir mi lectura, actividad o trabajo por saciar sus inquietudes, siempre me deja luego, al final, un sabor de boca maravilloso y espléndido, manteniéndose como dulces recuerdos para el resto de mis vidas.

Con la edad, el aspecto cultural los niños lo pueden seguir ampliando no sólo con los libros y personas que van conociendo, sino también con cursos o talleres. Siempre tienen la opción de ir a conferencias, seminarios, cursos o talleres de todo aquello que les guste y el hecho de que no vallan a la escuela no los convierte en unos inadaptados sino al contrario, tienen más tiempo real para estudiar, indagar, investigar o salir con los amigos. En caso de que el día de mañana pidan ir al colegio, al instituto o a la Universidad, no es ningún impedimento real, pues entran directamente en unos casos y, en otros, basta con que hagan su respectivo examen de ingreso, poseyendo a mi parecer dos grandes ventajas: cuando lo hagan, si lo hacen, será por propia voluntad y plena consciencia, siendo fieles a sí mismos y realizando algo no por inercia, sino por sentimiento e inquietud. Y el que para entonces su psique estará mucho más preparada para la disciplina y la presión escolar.

En el libro Ami, Enrique Barrios dice:

- Gustar es una forma de amar. Sin amor no hay disfrute, sin consciencia, tampoco; el pensamiento quedó en un tercer lugar como posibilidad humana. El primer lugar lo ocupa el amor… Nosotros procuramos amarlo todo, vivir en amor, así disfrutamos más. A ti no te gustó la luna, a mí sí. Yo disfruto más y soy más feliz que tú.
– Entonces el amor es la máxima posibilidad humana.
– Ahora sí, perfecto, Pedrito.
- ¿Y eso lo saben en la Tierra?
- ¿Lo sabías tú; te lo enseñaron en el colegio?...
– No.
– Allá están apenas en el tercer peldaño, en el pensamiento; por eso, a quienes piensan mucho les llaman sabios.

En la no escolarización, la enseñanza no viene de un foco concreto sino que éste surge en el día a día, en cada una de las situaciones en la que nos encontramos. Tanto las preguntas como las respuestas nos las va ofreciendo la vida. En la enseñanza oficial, éstas las ofrece tan solo un profesor y los libros de texto que éste elige, dejando muy poco espacio para la espontaneidad, para la vida real, pues cuando esos niños se vuelven adultos y dejan la escuela, lo más posible es que se encuentren con tropecientas situaciones a las que no sepan hacer frente por falta de recursos internos de acción, una de las enseñanzas realmente valiosas de la desescolarización consciente.

Lomi, un chico desescolarizado comenta en Cuadernos de pedagogía Nº 256:

Al principio, cuando se lo dices a otros chicos no se lo creen, después tienen envidia, pero cuando ya lo saben no hay ningún problema. Ellos tienen más conocimientos de unas cosas y yo de otras, pero no creo que existan muchas diferencias. Aquí en casa damos al día muchas más asignaturas que en el colegio.

Aquellos cuya consciencia no está libre de impurezas porque continúan morando en la mente, la cual está sucia, y que se mantienen limpios externamente, han perdido el juego de la vida. Adi Granth, libro sagrado de la religión Sikh.

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¿QUÉ DICEN LAS LEYES AL RESPECTO?

Estando un buen día por el Barrio del Pilar de Madrid, fui retenida por unos policías municipales debido a la no escolarización de mis hijos. Habíamos bajado a la ciudad para pasar la tarde con una pareja embarazada a la que iba a acompañar en el día del parto. Hablamos de sus dudas sobre el parto natural y aprovechamos para intimar más y crear una bella amistad. El caso es que nos quedamos a dormir y, ya a la mañana, mis hijos y yo nos fuimos al parque a disfrutar un rato de los columpios antes de volver a casa. Estando en el parque, una mujer preguntó a mi hijo porqué no estaba en la escuela y éste le contestó que no iban a dicha, que yo les educaba. Un buen rato después, nos fuimos a buscar una cabina de teléfonos mientras paseábamos con gran paz y disfrute. En un momento dado, vino a nosotros una mujer vestida de policía municipal y me empezó a hacer diversas preguntas exigiéndome que la acompañase a su puesto. Me sentí muy violentada e incómoda, humillada. Era como si todas las miradas de una calle superpoblada se dirigiesen hacia mí, hacia una supuesta delincuente cuando no había incurrido en absolutamente nada. Me sentí muy bloqueada durante bastante rato. Cuando reaccioné, dejé de contestar a las preguntas y requerí a mi inquisidora que me mostrase su placa con su nombre. Le comenté que no había cometido ningún delito y que por ello no iba a acompañarla a ningún lugar si no me enseñaba su placa. Me contestó que la policía era ella y siguió insistiendo autoritariamente en que la acompañase. Fueron unos minutos que se me volvieron interminables y sumamente humillantes. Me puse tajante en mi postura de que no la acompañaba a ningún sitio si no me enseñaba sus credenciales y me pidió que esperase ahí en lo que venían unos compañeros suyos. Se alejó sin parar de observarme y yo esperé. Por cierto, ésta mujer no se atrevió a enseñarme sus credenciales, principal muestra para mí de su falta de honestidad, de sus dudas a lo que estaba haciendo y de su acto de abuso de poder imponiendo su moral más que las leyes. Instantes después vinieron a nosotros dos hombres vestidos de calle que me mostraron sus credenciales y me ofrecieron acompañarles o hablar allí mismo. Les dije que allí mismo, pues ellos no iban vestidos de policías. Varias veces Leila me pidió irnos, incómoda y asustada con la situación. No sé si ella sería en esos momentos plenamente consciente de la situación. Supongo que sí, y que temería una posible multa y complicación, pero sin duda mamaría toda mi tensión e impotencia, así como ese fuerte sentimiento de humillación por el que estaba pasando. Me pilló tan de improviso... y puedo agradecerle a la vida estas situaciones, que me ayudan a ver mi inmensa vanidad. Un Maestro espiritual jamás se sentiría humillado ni tenso y sólo con su mirada llena de amor transmutaría la situación, sin necesidad de hacer uso de tanta conversación intelectual como yo hice. A Leila y a Altair les contestaba que no podíamos irnos hasta que nos diesen permiso los policías, porque sino podríamos crearnos serios problemas, pero que no se preocupasen, que no habíamos hecho nada malo y por tanto no podían hacernos nada. Que lo realmente importante es estar a gusto con uno mismo y con la propia consciencia y, en caso de ser importunados como estábamos siendo, reclamar nuestros derechos. Les comenté a mis hijos que valoro la sinceridad y nuestro pequeño esfuerzo conjunto en superar estas desavenencias para mejorar nuestro exceso de vanidad, la energía universal y ayudar a que el día de mañana otras personas no tengan que pasar también por ello injustamente. El ayudar a extender la Luz. Hace ya más de tres años mis hijos y yo nos definimos como el Equipo Magnético, cuya misión principal es irradiar Luz y Amor.

Los dos policías vestidos de paisanos me preguntaron por qué yo iba descalza y si mis hijos iban a la escuela. Les contesté sincera y abiertamente y uno de ellos intentó transmitirme lo «buenas» que son algunas de las escuelas actuales. Le dije que no intentase convencerme, pues lo tenía muy claro, comentándole que lo que menos desea una madre que intenta educar con la máxima consciencia y amor ,es el que le quiten a sus hijos. Que si he tomado esa decisión es habiendo sopesado mucho todas las posibilidades, no incurriendo en ningún agravio o delito. Que la decisión reflexionada de no escolarización no es un acto de irresponsabilidad o abandono, sino todo lo opuesto, es un acto tomado con gran consciencia e implicación.

Lo cierto es que estos dos hombres fueron muy amables, abiertos y comprensivos, dentro de su entendible negligencia al retenerme sin causa justificada y bien informada, y de hacerme diversas preguntas personales e íntimas que no incurren ni por asomo en delito ni tenían que ver con el caso que se trataba. Pero yo me hallaba tan molesta y alterada internamente por la vejación sufrida, que no fui capaz de abrir mi corazón, de entregarme a ellos y hablarles con paz y amor, con entrega total. Sin separación y superposición de cuerpos o almas. Hablarles como si me hablase a mí misma, a Dios, a otra expresión de mi ser...

Me pidieron que les demostrase que esos dos niños eran mis hijos y les enseñé la cartilla de la seguridad social. Menos mal que la llevaba encima por casualidad sino, ya me veía retenida toda la mañana hasta que lo comprobasen. También me pidieron el DNI e hicieron diversas preguntas más. Les puse al corriente sobre las leyes respecto a la no escolarización y sobre mis sentimientos de invasión, molestia y humillación. Quedamos en que les mandaría un email con un artículo escrito por mí poco tiempo antes del suceso donde cito las leyes al respecto incidiendo en la Constitución Española y en las resoluciones del juez Luis Columna que más adelante, en este capítulo del libro, expongo. Ellos también me hablaron de una ley de la Comunidad de Madrid que no conocía, por lo que ambos aprendimos de este encuentro. Dicha ley también la expongo más adelante y no supone conflicto para las familias educadoras en el hogar.

Cuando gran parte de tus valores o tu consciencia no coincide en gran medida con la de la sociedad circundante, resulta habitual encontrarte con todo tipo de altercados. A lo largo de la historia de la humanidad nos encontramos con diversos personajes que han sufrido todo tipo de vejaciones en sus carnes por estas causas. Jesucristo puede ser un ejemplo cumbre. Sinceramente, no sé cómo evitarlo en mi vida, por lo que veo que he de aprender a vivir con ello, trabajarme la vanidad e intentar abrirme más la próxima vez, ser más amorosa, cálida, luminosa. De este modo todos nos beneficiaremos. Por otro lado considero valioso que una persona antes de actuar tome consciencia de lo que va a hacer, más aún si juega con el privilegio que la autoridad puede ofrecerle. A esta pareja, y creo que a la mujer primera también, les comenté que antes de actuar han de informarse bien, que yo no estaba incurriendo ningún delito y que les aconsejaba que, si desean realmente hacer bien su trabajo, actuasen sobre seguro. Que se informen mejor antes de actuar, no que vengan a incomodar, invadir, humillar y luego se enteren de las leyes. Uno de los hombres me dijo que para entrar al cuerpo policial no es necesario mucho conocimiento, dándome a entender que por ello estaban «libres de toda culpa». En mi concepto, esta justificación no vale. Si quieres realizarte en tu labor, si realmente crees en ella, has de intentar crecer día a día y en este caso, informarte bien de las leyes que manejas para no incurrir en errores o vejaciones. Les aconsejé algo que quiero comentar aquí por si algún lector desea o puede hacer valer esta idea pues, cuantos más soliciten la puesta en práctica de dicha, mayores posibilidades habrá de llevarla a la práctica. La idea es la siguiente: dentro del cuerpo de policía puede haber un grupo de personas en una oficina cuya única labor sea informarse e informar bien de las leyes actuales. Entonces, cuando un compañero quiere o desea entrar en acción en una situación concreta, antes de entrar en dicha acción puede llamar a este cuerpo policial para ponerse al corriente de la factibilidad de la incursión, informándose bien de si ésta está justificada o no, actuando en consecuencia. ¿Es intimidad y poder lo que buscamos o armonía y fluidez? Cada uno ha de decidir en su interior. Todo, absolutamente todo son tomas de decisiones. En nosotros está la decisión a tomar.


Todo padre/madre desconocedor del tema cuando decide no escolarizar, tiene una especial aprensión a los posibles conflictos legales que puedan surgir. Aunque las leyes en España nos hablan de la no escolarización como algo perfectamente legal y aceptable pues lo obligatorio es enseñ
ar, no el escolarizar, la presión ejercida por las familias, el sistema tal y como está establecido, los colegios, los medios de comunicación y la opinión pública en general, hace que algunas veces los padres nos encontremos en situaciones legales desagradables donde sentimos la injusticia de tener que demostrar que somos inocentes, siendo tratados por parte del Estado injustamente respecto a las demás familias. Éste podría haber sido perfectamente mi caso en otro suceso más «intenso» que os expongo más adelante, pero no lo fue. No lo fue por el simple hecho de que no me lo tomé como que tenía que demostrar mi inocencia, aunque la demostré, sino como que una de mis labores era transmitir el conocimiento de las leyes a unos funcionarios fácilmente sensacionalistas que intentaban hacer su labor lo mejor posible y se encontraban habituados a la rutina.

Si tienes conocimiento de las leyes y estás segura de tus convicciones morales, fisiológicas, espirituales y demás, no hay nada que temer. Tan sólo aceptar lo que la vida te trae y abrirte como una flor. Eso intentamos mis hijos y yo y, gracias a ello, «vino una hermosa abeja a posarse en nosotros y hacerse amiga».

Reconozco que si otros padres hubiesen recibido la presión que nosotros recibimos, podrían haberse asustado bastante y desviar su camino en la vida dejando de ser consecuentes. La firmeza y el amor son dos papeles fundamentales en estos momentos.

ÍNDICE

PRIMERA PARTE: Enseñanza no reglada. Reflexiones para la enseñanza en casa

SEGUNDA PARTE: Guía de alternativas prácticas para la enseñanza en casa y las escuelas alternativas.

  • Enseñar en comunidad.
  • Pequeños grupos maestro – alumnos.
  • Aprendamos lo intelectual.
  • Aprendiendo a ser.
  • Aprendamos de lo espiritual.

TERCERA PARTE:

  • Entrevista realizada a Sibila sobre la no escolarización.

CUARTA PARTE:

  • Pequeña conclusión.

QUINTA PARTE:

  • ¿Quiénes somos?

SEXTA PARTE:

  • Referencias bibliográficas y contactos.
  • La Cadena del Amor.
  • Un espacio para los amigos.

Para acabar, aquí tienes la contraportada del libro:

Vivir sin cole contrportada