Respuesta a: Imponer las cosas a tus hijos.
Ay Elena, Elena...
Leyendo tus certeras palabras hace que todo parezca muy simple. Y en realidad lo es, aunque también es muy complicado...
La frustracción e impotancia en los padres puede llegar muy hondo en el corazón cuando observan que sus hijos escuchan más a ciertos amigos de estos que a sus propios padres con su experiencia, conocimiento y corazón más o menos abierto... Y, curiosamente, lo usual es que para colmo, escuchen con ahinco a aquellos amigos que tienen una consciencia menos desarrollada y amplia que la de sus hijos o con muchísimos más problemas psicológicos que ellos. La morbosidad de la mente humana y el "contagio" de los malos pensamientos y actitudes muy fácilmente pierden los límites, por desgracia...
En momentos así, yo sólo me aferro a eso de: "Ok. Si no me quieren escuchar a mí, no les quedará más remedio que escuchar de forma amplificada a la vida. Les guste o no van a tener que aprender la lección" Y eso, aunque triste, me consuela. Confiando en que cuando la vida les fuerce a aprender algo que anteriormente no han aceptado aprender de un modo más suave, la semilla de cierto carácter y valores inculcados florezca con todo su vigor y fortaleza. Ya sé que es mejor que el agua de riego sea la armonía, el amor y la alegría pero su propio derecho a la vida les da también el derecho a escoger el camino de la armonía o de la desarmonía, de la alegría o del dolor, del amor o del desamor, en cada cosa que hagan, piensen o sientan...
Y algo en lo que estoy muy, MUY de acuerdo contigo es en lo de:
(...)
"También es fabuloso que conozcan otras realidades difíciles (personas enfermas, juventud con problemas de droga dicción en centros de recuperación, niños huérfanos, etc e impulsarlos a tratar de ser una ayuda, compañía...) Eso les permite valorar también."
(...)
Si no, los egos centran la atención sólo en cosas tontas como: "Pero a mi amigo X le dejan quedarse hasta tal hora" o "Pero a mi amiga Y la permiten vestirse o actuar de tal modo" etc, etc, etc, perdiendo con ello la visión global de lo que tienen mientras se centran en lo que consideran negativo en vez de en lo positivo.
Además, el entrar en contacto con otras realidades difíciles les estimula la apertura del corazón, la auto confianza, la formación del carácter, la tolerancia y a respetar más a sus padres y a la gente adulta.