Respuesta a: Artes marciales.

#5311
nuria
Miembro

Anonymous, comprometida pregunta me haces...

A mi parecer, las artes marciales en sí se encuentran sobre el filo de una navaja. En una dirección pueden impulsarte mucho en tu camino hacia la consciencia de la totalidad, la iluminación o como quieras denominarlo, y en la otra, hacia el sufrimiento.

Aunque claro, en ambos sentidos siempre te puede aportar beneficio.

De niña, hasta los 14 años aprendía y entrenaba judo tres días a la semana, yendo también a competiciones varios fines de semana. Recuerdo que los últimos 2 - 3 años quería parar con él y mis padres me daban la libertad de ello pero a fin de curso, tras ganar en las competiciones, volvía a desear continuar con el ego eufórico por la victoria. Pero en otro sentido, el judo me aportó muchísima autoconfianza, seguridad en mí misma y en mi fortaleza, algo que fue muy útil cuando ya en la adolescencia y en la vida adulta, al vivir en una ciudad y encontrarme diversas veces en situaciones de intento de agresión sexual y de robo, mi mente pudo actuar buscando vías de escape sin daño o agresión para mí u otros al tener la mente despejada. Es decir, me ayudó a no quedarme bloqueada por el miedo y buscar una salida positiva.

La cuestión aquí sería ¿Por qué practicamos o queremos practicar esa arte marcial? ¿Qué queremos que nos aporte? ¿Cómo la practicamos?

No nos olvidemos que las artes marciales son armas físicas que, se podría decir, pueden dañar más aún que un cuchillo pues podemos emplearlas a diario. Pueden potenciar nuestra agresividad hasta un punto que no tengamos control sobre ella. Pueden darnos cierto sentido de seguridad o superioridad que merme nuestro corazón... Y ésta es la parte que encuentro negativa de ellas: que el ego no esté preparado para poder manejar el poder que dan, usando entonces el conocimiento de las artes marciales para cosas negativas: vacilación de músculos, demostración de nuestro poder, ego, sentimiento de superioridad, de macho... E incluso contestar con una actitud amenazadora o agresiva, sin tolerancia ni amor, cuando se dirigen mal hacia nosotros insultándonos, pegándonos, etc.

Pero en cambio, puede ser un medio de meditación fantástico. Si la entrenamos o practicamos con la intención de dominar nuestro cuerpo y nuestra mente, con una actitud y unos movimientos de quietud, puede llevarnos a la mística y tras ella, al éxtasis interior. Nos ofrecería disciplina, autocontrol de la agresividad, armonía interior, filosofía del "honor" o "caballero", protección para uno mismo y para otros, meditación...

Pero por desgracia, así poquísima gente las practica. Poquísimos maestros la enseñan...

Para practicar este tipo de actividades, tras plantearme el por qué quiero aprenderlas, mi meta con ellas, me cuestionaría mi relación con mi agresividad, con mi ira, mi capacidad de autocontrol, etc y después, si sigo queriéndolas practicar, buscaría a un entrenador que me acompañase hacia el éxtasis que no hacia el "juego de poder"