Respuesta a: Sobre los Santos o Realización del Ser

#5389
Charif
Miembro

Se habla mucho de Dios pero nadie nos dice a qué alude esa palabra.
En el "Libro de la Verdad I" he encontrado una descripción muy aclarativa que dice así:

Y dicho esto, me gustaría aclarar algo que es motivo de confusión: Generalmente, a Dios se le imagina de dos maneras, o con dos conceptos diferentes; 1) EL DIOS “OMNIPRESENTE”, que está en todas partes y que es parte integrante de todo: Planetas, microbios, animales, células, aire, etc., etc., eso es rigurosamente exacto, Dios forma parte de todo, y todo está contenido en Dios.

2) EL DIOS INTERNO, la manifestación de Dios, a través de nosotros, no nuestra sino Suya, con sentimientos muy especiales y sublimes, localizados a menudo en la parte interna del pecho, o concretamente en el corazón. Eso es también rigurosamente exacto, Él reside en la zona de nuestro corazón. Pero conviene aclarar, que para sentirlo de esa manera, es necesario haberse trabajado antes uno mismo, a base de ideales, sacrificio, renuncia a vicios, amar a todo y a todos, etc., porque si no estamos espiritualmente límpios, no le servimos de canal para Él manifestarse.

Hasta aquí las dos explicaciones más conocidas o populares de Dios. Pero hay otra de la que casi no se habla o se conoce poco, o pretenden que se conozca poco, y sin embargo es la más importante.

3) EL “REAL SER” DE DIOS, hay un lugar fuera de todo lugar, un espacio sin espacio, una morada incognoscible y profunda, pero más luminosa que la misma Luz, más espaciosa que la mente creada, donde tiene su morada propia el Padre Creador. Allí reside su “Real Ser”, desde allí observa su Creación, y desde allí se manifiesta a través de ella, es decir a través nuestro, y aunque Él es inmutable; goza, sufre, vive, nace, llora con nosotros, y con tal realismo participa, que es, ¡como si fuera nosotros mismos!

Pero he aquí el gran misterio y a la vez la gran diferencia: Nosotros no podemos manifestarnos a través de Él, porque sólo somos su obra, y como tal, no nos queda mas que recibir, habiendo de tener muy claro, que una cosa es ser parte de la obra de Dios, y otra cosa es ser ¡Él, mismo!.