Respuesta a: Iglesia y estar descalza
¡Hola, Nuria!
¡Gracias por abrirme un horizonte! Blog me encantó.
Siempre me gustó andar descalza y hasta hallar tu blog pensé que era una de mis excentricidades. Ahora sé que hay toda una tendencia de barefooters o descalcistas, con filosofía, ética y valores.
Desde jovencita salía descalza para la calle y lo disfrutaba mucho, en parte como provocación —no exenta de erotismo. Eso me provocó no pocos conflictos con mi madre, que reprobaba esa práctica, que admito no es sólita.
Mi vida está sembrada de trompicones y no la voy a ventilar aquí. Solo señalaré que de trompicón en trompicón terminé en un convento de descalzas muy humildes. Ahora ya andar descalza no es provocación —¡mucho menos erótica!— sino una experiencia espiritual de humildad y pobreza radicales, de mortificación física y espiritual, de entrega total a Dios, de sacrificio.
No es tu andadura y lo respeto, pero sé que eres una mujer espiritual y tal vez entiendas el tenor de mi descalcez. Me encantaría volar a Madrid para platicar contigo, pero estoy clausurada —salvo para navegar por internet. De modo que tendremos que limitarnos a esta vía. Son muchas las experiencias que amaría compartir con una «colega» descalza